viernes, 27 de diciembre de 2013

Estrecha

Tan estrecha era la calle que tuvieron que besarse.

Dani Rovira



jueves, 26 de diciembre de 2013

Las apariencias del pintor

Aquel pintor tan pobre y barbilampiño no sólo llevaba pintado un fino bigote sobre su labio superior; también sus calcetines, que higiénicamente cambiaba cada día de color, eran pintados. Y la mujer con la que dormía estaba pintada sobre la sábana.

Ángel Guache




domingo, 22 de diciembre de 2013

El Predicador

Oro, luego existo, 
Oro, luego resplandezco, 
No todo lo que oro resplandece.
Laura Pini.


María y José llegan al pie de La Minerva, el emblemático símbolo romano de la leal ciudad custodiada por Justicia, Sabiduría y Fortaleza. Un ángel de Dios se adelantó al nacimiento de Jesús. Por doquier hay adornos, luces, árboles navideños naturales y artificiales, esferas, campanas, estrellas, pastores, duendes, hadas, viejitos pascueros, trineos, renos, cascabeles, moños, listones, flores de nochebuena, muérdago. En medio de la algarabía llega el predicador.
 
Niños en las calles, artificios de pólvora: bengalas, garbanzos, buscapiés, cohetes…

La advertencia En esta casa somos católicos, apostólicos y romanos y no aceptamos propaganda protestante ni comunista, no lo detiene. Protestante y comunista sí es, pero también es el siervo del Dios en el que este hogar pregona creer. En una residencia de tantas, la celebración se prolonga: fastuoso árbol, montaña de regalos, coronas, guirnaldas, pastorela con atuendos vistosos, nacimiento con figuras de porcelana y ropaje de satín, exquisita cena, ponche, dulces, villancicos. A la hora de la tradicional piñata de siete picos, es obvio que no han de escucharlo. En medio de humo de tabaco y brindis por cualquier motivo, los deja apaleando los siete pecados capitales.
 
Gritos, risas, choque de copas, ruido de cubiertos, aromas diversos y dispersos…

El violinista en el tejado de una casa llama su atención. Adentro, una mujer prepara latkes de patata, para dar inicio a las festividades de Janucá. Al terminar, el padre reúne a su numerosa familia, enciende la primera vela de la janukiya a un lado de la ventana dejando que la luz ilumine al exterior y dice la bendición, Barúj atá Adonay, Eloeínu, mélej a olám she ejeyánu ve kiyemánu ve iguiánu lazmán a zé: Bendito eres Tú, Dios nuestro, Rey del Universo, que nos has dado la vida, que nos has mantenido y nos has hecho llegar hasta esta época. Toca a la puerta para comunicarles las buenas nuevas y no hay respuesta.

Ritmos de bandas, fogatas, alcohol, carcajadas destempladas, pláticas estrepitosas…

Pasa frente a un templo en el que cantan alabanzas y decide entrar; se sienta en la última fila aguardando la oportunidad de compartir su sencillo mensaje de salvación. El programa de la celebración especial decembrina se sigue con rigurosidad. Hincados, con la cabeza agachada y los ojos cerrados, los fieles se concentran en la repetición interminable de rezos; apenas se escuchan a sí mismos. Luego, formados en una apretada fila se disponen a recibir el cuerpo y la sangre de aquel al que llaman El Salvador. Prefieren el ritual a la esencia. Una lágrima resplandece en su rostro mientras se aleja.

Sirenas, patrullas, ambulancias, infortunios, salas de emergencia repletas, muerte… 

Al filo de la media noche entra en otro hogar; la imagen de Karol en brazos del mito español justificador de una conquista impía, sobresale. Adultos y niños están ocupados en el ritual de poner al Niño Dios en el pesebre… Los creyentes en los últimos tiempos, virtuosos y alejados del pecado, dejaron de serlo después de que el día 21 la Parusía no aconteció… A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Finalmente, el predicador entra en la más luminosa morada y desaparece.

Laura Pini
Fotografía Laura Pini




jueves, 19 de diciembre de 2013

Acordes de Liszt

Dedicado a Gabriela Torres Cuerva

Ángela Victoria ama el panteón de Mezquitán. Se deleita caminando por sus pasillos en silencio y soledad; lo considera suyo. Después de la última visita retornó a casa con olor a muerta, pero valió la pena y mucho. Solía creer que los cementerios eran tristes. Ahora sabe que no. Como todos los martes de luna nueva, llega a la necrópolis por las avenidas Federalismo y Maestros. Esta vez dedica un magnánimo tiempo a ver los murales de la barda exterior. Las escenas de la vida cotidiana que contempla la conducen al recinto de descanso: lágrimas, un choque, un asalto, una mujer con flotante cabellera castaña como la suya, siluetas sin rostro con obscuras túnicas de capucha que suplantan a La Muerte, la carroza fúnebre tirada por caballos. La procesión de imágenes va in crescendo desde la humildad en la esquina de la calle hasta la opulencia a un lado del ilustre ingreso al camposanto. Entra y busca una tumba. Su vaporoso vestido de etéreos colores serpentea con el viento. Las extravagantes sandalias contrastan con su paso cansino. A pesar de su sombrilla, el intenso calor la agobia. Los costosos tratamientos de belleza y las cirugías estéticas no detienen la inminencia del invierno. Sus alzadas cejas le han pintado una perpetua expresión de asombro que da miedo. Sigue buscando una tumba. Ve incesantes hormigas, helechos y arañas en las fosas abiertas y en abandono, tortolitas, diminutas flores silvestres, musgo, naranjos en fruto, una mariposa negra con grecas azul rey, amarillo y blanco. Allá creen en el Cristo que resucitó, aquí en el crucificado. Por todos lados hay símbolos del calvario, exiguos ángeles y unas cuantas rosas de piedra. Algunas esculturas están decapitadas. Se detiene frente a un modernista crucifijo pintado de sombras. Esa es la tumba. Ahí yace una hermosa joven. La evoca. El recuerdo trae acordes de Liszt. Se arrodilla. Permanece de esta forma por un tiempo sin edad. Sabe que la vida florece acá también. Sombrías nubes ocultan unos segundos al sol. Un cuervo blanco vuela cuando ella se levanta y en el cielo aparece una cruz de nimbos. Con paso ligero inicia el recorrido hacia la salida del santuario de la muerte. El agua cristalina de la fuente le regresa la imagen de una mujer con mirada resplandeciente, níveo cutis renovado y luminoso cabello negro. Al fondo de aquella tumba reposa en paz una mujer con vestido vaporoso, extravagantes sandalias y expresión de asombro.

 Laura Pini



sábado, 14 de diciembre de 2013

La estación

Se suena la nariz como si acabase de despedir a un ser querido, saluda con la mano mientras suelta una lagrimita para que los demás puedan verla. Dirige una última mirada hacia la ventanilla del segundo vagón y se queda allí, parada, mientras observa cómo se pone en marcha la locomotora para alejarse poquito a poco. Y qué más da que ni siquiera eche humo, piensa, y qué importa que ese no sea un tren de verdad.

María José Barrios 
Mar de Pirañas.Edición de Fernando Valls. Menoscuarto ediciones.2012


martes, 10 de diciembre de 2013

Los chicos crecen

El chico crece. Cada diciembre, con un lápiz de mina blanda, marcan su altura en la pared, detrás de la puerta del dormitorio. Hay otra marca, mucho más alta, que señala la altura del padre. El chico se esfuerza por alcanzar esa raya negra, se ahínca en el crecer como en una tarea peligrosa y constante. Un día no necesita medirse para darse cuenta de que es más alto que sus deseos. Pero ahora el padre está viejo, el hijo ya no tiene interés en alcanzarlo y sin embargo no puede detener esa carrera absurda que se arrepiente de haber empezado, lucha por frenar y es al revés, todo va tanto más rápido.

Ana María Shua


miércoles, 4 de diciembre de 2013

Los amantes

Uno junto al otro, sudorosos, nos movíamos al unísono. El olor de nuestros cuerpos se percibía en lo cerrado del lugar. Mi mano acarició su muslo, ella se estremeció y animado por su reacción me acerqué aún más. Sorprendida me miró y le sonreí para calmar sus temores. Continué con mis caricias, aceptó mi cercanía y gimió. Extasiado en el juego, ni cuenta me dí cuando las puertas se abrieron y la muchedumbre la bajó en la estación Balderas.

José Manuel Romero 
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/


sábado, 30 de noviembre de 2013

Hallazgo

Iba yo por un sueño que no era un sueño sino un camino, y en ese camino me topé con una mujer que no era una mujer sino un sueño.

José Manuel Guntín 
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/


martes, 26 de noviembre de 2013

Viaje de ida

El hombre miró el horizonte haciendo sombra con las manos sobre los ojos. Había perdido la noción del tiempo y el sólo hecho de subir la pequeña colina para atisbar le enfadaba. Esta vez, como siempre, encontró su mar azul sin una mancha. Así que después de mirar un rato comenzó el descenso. Tenía la barba hasta el pecho como un verdadero náufrago, la ropa hecha jirones y al andar apoyaba el cuerpo en una vara. En ese instante una imagen vieja y olvidada lo hizo detenerse. Recordó su pasión por las aventuras y se vio entonces muy joven, sentado en un sillón de mimbre, absorto en la lectura de un libro sin final; donde aparecía un náufrago con la barba hasta el pecho y la ropa hecha jirones, que, apoyado en una rama, descendía de una colina.

José Luis Somoza Jiménez
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/


sábado, 23 de noviembre de 2013

Sonrisas en el ocaso

Todas las tardes pasa un autobús blanco con los niños huérfanos que recogió de la escuela. Me dan tristeza su orfandad y mis brazos vacíos. Algunas veces hacen travesuras. Su capacidad de sobrevivencia es admirable. Siempre que me ven, sonríen. Mientras el autobús se aleja voltean por las ventanillas y sus caritas risueñas alegran por un instante mi ocaso.

Laura Pini



Viaje a la infancia

Ese domingo despertó con mucho sueño todavía. Abrió la ventana que se hallaba exactamente encima de su cabeza. Observó que la mañana era bella, el aire que se había colado por la ventana le hizo esbozar una sonrisa y, aspirando profundamente, ensanchó su velludo y poderoso tórax guardando así el aire fresco de la aurora boreal unos momentos, después con un ¡aaahhh! expulsó el aire de sus pulmones. Estiró la mano y alcanzó la grabadora, prendió el radio deslizando un oscuro botón; Radio Educación/Cuentos para niños, un programa de Rocío Sáinz.

Sin darse cuenta se sumergió profundamente en las canciones infantiles de América latina a la par que algunos recuerdos de su infancia se disparaban vertiginosamente en su mente gris.

Sintió melancolía por los tiempos idos hacía veinte años por lo menos, sus ojos se tornaron vidriosos y un nudo hizo acto de presencia en su garganta. ¿Qué me pasa? alcanzó a pensar antes de soltarse a llorar y patalear como un niño. La puerta de su cuarto se abrió y entró mamá un tanto alarmada a cambiarle de pañal.

José Luis P. Barboza 
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/


jueves, 21 de noviembre de 2013

Monstruo

¡Qué feo!
G.O.
 

 ¿Qué puede ser más monstruoso que nuestro propio juicio? Sin ir más allá, el espejo te escupe tus deformidades en la cara por las mañanas y te pregunta por qué chingados no eres normal. Y todos los normales, en todos los espejos, en todas las mañanas, se dicen lo mismo, y son tantos, que ese grito multitudinario te ensordece y te revela que en verdad existe algo más monstruoso: escuchar sus juicios, atrapado en una celda imaginaria, y hacerlos propios.

Guillermo Osuna


martes, 19 de noviembre de 2013

La máscara

Una y otra vez desgarró su piel frente al espejo, tratando de quitar la máscara que cubría su rostro. Una y otra vez. De pronto se detuvo, no tenía caso proseguir: la máscara era su verdadero rostro.

José Luis López Goytia
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/



sábado, 16 de noviembre de 2013

La creación

En el quinto día de la Creación había luz, estrellas, planetas, agua, plantas, animales… Dios, inconforme con su obra, decidió destruirla: el sexto día creó al hombre y, desde el séptimo, descansa observándonos.

José Luis Hernández Marín. 
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/


martes, 12 de noviembre de 2013

Las hormigas y la hora cero

Las hormigas simulan una existencia discreta mientras preparan el hundimiento general de la tierra. Desde la noche de los tiempos, las hormigas vienen trabajando en los grandes fondos para sepultar al hombre en el más descomunal desmoronamiento de los valores éticos y materiales. De acuerdo con esto, sobre la caída del hombre, establecerán un eterno imperio de inflexibles hormigueros.

Testarudas, tenaces, las hormigas solamente llevan en la cabeza el pensamiento puro del final del hombre. La tarea de cada una consiste en arrasar una docena de pulgadas de mundo. Mientras nos reblandecen, no dejan de repetirse con encono: “Ya verán estos cabrones”. Y no descansan. Mueren apenas logran cumplir su docena de pulgadas y la hormiga que no lo consigue es víctima de un rito indecoroso. Los relevos en su trabajo de muerte se verifican de esta manera: Durante verano, unos contingentes acopian alimentos mientras los otros nos siguen socavando. A veces ha parecido que el trabajo está a punto, y algunas hormigas no se explican que no haya llegado ya el día del derrumbe. Pero sucede que carecen de comunicación. Aspirando a que el mundo sea derribado todo a un tiempo, no saben cómo anda la tarea en otras latitudes. Por esta causa el cataclismo ha venido siendo aplazado azarosamente.

Se indica a todos los seres humanos que eliminen a todas las hormigas que les sea posible, especialmente a las que deambulan en puertos, aeropuertos, cabinas telefónicas, comandos de radares, etcétera, etcétera. Evitar que se comuniquen es prolongar nuestra salvación.

Por lo que resta, no se puede impedir que las hormigas prosigan resquebrajándonos.

Puede que quizás se deba confiar en que las hormigas, todas las de todas partes, jamás logren comunicarse entre sí el hecho de que ya nos llegó la hora cero.

Pero imploremos para que las hormigas no crean jamás en presentimientos. Porque si presienten que nos tienen en un hilo de tierra, nos van a hundir de una buena vez.

José Luis García 
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/


domingo, 10 de noviembre de 2013

A manera de disculpa

Afecticimo señor Edmundo Balades

Despues de aver adsorvido todo el conosimiento que pudieron vrindarme los jrandes poetas clacicos mi atension pose en la naracion espesialmente en el cuento.

Le mentiria si le digera que no tenjo influensia de Oracio Qiroja Alan Po Tito Monteroso i otros mas

Tanbien quero antisiparle que e leido muchos livros que descriven detayadamente como se ase para escrivir i cuales son las características de un cuento es por eso que oy con la confiansa que da la preparasión le ago yagar mi favuloso cuento el que es vrebe sircular i trata de pocos personages

Sin mas i esperando ber publica mi ovra en su prestijiosa rebista ai se la mando

P D Si por algun descuido cometi algun eror suplicole dispensarme pero soi un poco zordo i corto de bista

José Luis Beltrán
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/


sábado, 9 de noviembre de 2013

El profeta menor

En un principio los hombres estaban sumidos en el inconsciente colectivo. La palabra aún no se formaba el rostro de las cosas, los hijos nacían sin saber quiénes eran sus padres y jóvenes andaban los caminos de una existencia sin límites; no había pasado ni futuro.

El transcurso del tiempo solo era conocido por el ignoto polvo transportado en los velos del aire, la quietud dominaba al universo, los seres y las cosas vivían en perpetuo romance.

El hombre miraba al cielo por los ojos de los árboles y era mecido por el viento con la misma armonía que se mecen las ramas. No había nombres, no había dioses, no había misterios; el sonido era un manto suave que soñaban los días y las noches.

Nadie sabía de nadie, la esperanza era oscura; estaba debajo de los párpados. No había principios, ni había fines, los brazos volaban en pos de las estrellas, los ojos y la lengua no descubrían aún la miel de su amor.

Sólo el mar; solo el mar sabía. Tenía preso en sus fondos al tiempo y a sus playas llegaban a veces lejanos rumores que estrujaban el alma, de puro miedo; como hoy.

José Lorenzo 
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/


jueves, 7 de noviembre de 2013

Mientras cesa la lluvia

Extraña es la sensación que me produce observar las enormes gotas que incesantemente se precipitan sobre el áspero terreno, desperdigándose a su vez en otras más pequeñas.

Mi explícita memoria aprisionaba mis estultos pensamientos que revolotean en mis atrofiados sentidos.
Mis labios reclaman el derecho que por sí les corresponde: el habla. Mi extraviado cuerpo clama el estatismo de mis piernas, más ninguna de las dos cosas puedo remediar…

Mis pensamientos fueron cortados violentamente…

 —Mira, Juan, ese es el que traicionó a mi General Villa. Lo colgaron sin piedad, pero yo creo que deberían haberlo hecho sufrir antes de matarlo, ahora ya no recibirá castigo alguno.

—Pos, quien sabe hermano, a lo mejor se esta quemando entre las llamas del meritito infierno.

La tormenta era llovizna…

Mi cuerpo humedecido goteó sobre el lodoso suelo que jamás volveré a pisar.

José Liberty 
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/


martes, 5 de noviembre de 2013

Atraco

El hombre millonario, se paseaba apaciblemente por las calles céntricas de la ciudad, de pronto, fue asaltado violentamente… por una duda… había olvidado su chequera.

José de Jesús Gutiérrez Romo 
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/


domingo, 3 de noviembre de 2013

Candidato

Aquella mañana, al ver su cabeza calva en el espejo del baño, Salinas de Gortari tuvo la revelacion de que la única manera de que volviera el PRI a un país lleno de zombies hambrientos era con un candidato que no corriera ningún peligro: Peña Nieto sin duda alguna.

Guillermo Osuna


El muerto

Deambulé un antitiempo. Una lucesita en las infinitas tinieblas. Me aboqué esperanzador a ella. Cruzando remolinos tenebrosos, llegué. Silencio inmortal. Era la boca del infierno.

José Bucio Correa 
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/


viernes, 1 de noviembre de 2013

Miedo

De un salto el gato le cortó el paso y le suspendió la vida (poniéndosela en un hilito) al ratón. Lo natural, lo normal, lo lógico, hubiera sido que el ratón, dando marcha atrás, o sacándole la vuelta, huyera. Pero no, ahí se quedó, inmóvil, como buscando la muerte.

El gato levantó la zarpa de afiladas garras; un solo segundo bastaría para segar la vida del infeliz ( ) roedor. No vio miedo, ni pavor, no vio nada… sólo un ratón que no reaccionaba como los demás. —Pinche loco, (pensó el gato), dándose la vuelta.

José Antonio Medina Islas 
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/






martes, 29 de octubre de 2013

Origen

Zeus, que lanza rayos por medio de las manos de Vulcano, se percató que había dado destino a todos los mortales, menos al soberbio Edipo.
 —¿Y qué querrías tú?, dijo el diós queriendo rectificar, por concesión, su olvido.
 —¿Yo? ¡Pura madre! —¡Concedido!

José Jesús Fonseca 
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/


lunes, 28 de octubre de 2013

El último juego

Ahí estaba esperando el momento de tomar la decisión. Esta vez todo estaba preparado. Iba a contemplar por fin, el último momento antes del gran viaje. Por mucho tiempo se había preguntado cómo serían los instantes entre dos mundos, entre dos realidades distintas. El espejo que minutos después serviría para contemplar su obra, se encontraba colocado frente a la chimenea. Tenía la seguridad de que un suicidio bien ejecutado podía ser una obra de arte. Se vio por última vez. Su rostro había envejecido durante los últimos días. Apenas pudo pasar la saliva que resbaló despacio por la garganta. El día estaba nublado. Este era el final de todos los juegos. Tomó la pistola y la llevó hasta la boca. Miró el cañón y lo introdujo hasta cerca de la garganta. Mano firme, el dedo empezó a apretar despacio. Se volvió a ver el espejo; para su sorpresa, no reflejaba nada. Quiso detenerse, pero el dedo ya había apretado el gatillo.

José Enrique Patlán
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/



sábado, 26 de octubre de 2013

192

Regresó a su casa después de un viaje de tres meses. No pudo abrir: las cerraduras habían sido cambiadas. Tocó el timbre. Vio que la puerta se abría y al entrar su esposa con un cuchillo, y un individuo con un hacha, lo atacaron. Tras un movimiento. Tras un movimiento rápido para esquivar la cuchillada se escondió en el garage. Escuchó pasos y la voz de ella: “Debe estar en el armario”. Las puertas crujieron y el hacha se proyectó contra su cabeza. Apretó los párpados … Abrió los ojos y se tranquilizó: su maleta estaba en la otra cama. Se levantó. Luego de bañarse, rasurarse y vestirse, manejó 192 kilómetros y regresó a su casa. No pudo abrir: las cerraduras habían sido cambiadas. 

Jorge Unikel 
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/


viernes, 25 de octubre de 2013

El fin de la evolución

Corre el año 2125 y la religión está a apenas medio minuto de poner punto y final a una larga batalla, de más de 200 años, librada contra el evolucionismo. El último darwinista vivo, John Theodore Lennard, cae muerto sobre su escritorio con el cráneo humeante y un revólver en la boca. Pero la teoría de la evolución todavía da sus últimos coletazos en una nota de suicidio que hay sobre su mesa. La sangre impregna la nota y poco a poco entierra su contenido. Las últimas letras, que desaparecen al ritmo que las lees, rezan:

 “…no puedo más. En un mundo donde se adapta antes una mentira llevadera que una verdad incómoda, quizá la teoría de la evolución nunca estuvo destinada a sobrevivir. La selección natural fue implacable hasta en esto.”. 

fuente: http://sonysato.com/2013/04/04/el-fin-de-la-evolucion/#more-257


miércoles, 23 de octubre de 2013

El susto

La señora Mabel estaba muy atemorizada. El hombre que caminaba detrás suyo debía de ser un delincuente. Le daba órdenes con una voz extraña: "siga derecho", "doble a la izquierda". La señora Mabel vio en la esquina un patrullero y empezó a los gritos pidiendo auxilio. El muchacho la miró asombrado y guardo el GPS en el bolsillo de su campera.

Inés M. Cabrera.


lunes, 21 de octubre de 2013

La petición

Después de muchos años de haberla hecho, su petición fue finalmente aceptada. Hasta entonces supo que previamente habría de permanecer enclaustrado un tiempo más o menos largo.

Súbitamente fue tomando de los pies y arrastrado hacia fuera, donde por unos instantes quedó suspendido en el aire cabeza abajo, envolviéndolo una luz cegadora. Por la espalda, sorpresivamente, recibió un golpe fortísimo que le hizo lanzar un prolongado alarido que remató en sollozos; acababa de nacer.

Jorge R. Dixon Neri 
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/


domingo, 20 de octubre de 2013

El hambriento

Había una vez un hombre que vivía en un encerrado cuartucho. Estaba tan bien cerrado que ni la luz podía pasar.

No tenía nada, ni agua, ni comida, sólo tenía el aire medido exactamente para él mismo.

Estaba tan solo que su sombra lo había abandonado mucho tiempo atrás. Un día cuando ya el hambre lo estaba matando, sacó de su chamarra una navaja y empezó a cortar rebanadas de aire. Las cortó chicas, medianas, grandes, cuadradas, redondas, triangulares, exagonales, de mil formas diferentes.

Cuando por fin hubo saciado su apetito murió de asfixia.

Jorge P. Guillén 
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/


sábado, 19 de octubre de 2013

Una buena razón

Estaba tendido de espaldas en el pis del cuarto estrecho y desarreglado, en el que se veían, además de unos cuantos muebles insignificantes, decenas de hojas de papel escritas, diseminadas por todas partes. Tenía el rostro contraído en un rictus, mezcla de frustración y alivio. Había, sobre una mesa destartalada, una máquina de escribir con una hoja aún sin terminar. Junto a la mano derecha del muerto, que asía firmemente un revólver, yacía un ejemplar de la revista “El cuento” y, en la mano izquierda, se encontraba un pedazo de papel arrugado en el que se leía: “¡Una cuartilla! ¿A quién se le ocurre?”

Jorge Anaya 
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/




jueves, 17 de octubre de 2013

Recomendaciones

En los primeros días del año 2,270 las computadoras nos dieron a conocer la noticia que nuestros hermanos del planeta Marte nos mandaban: “no se aceptará ninguna expedición de terrícolas que no vengan con fines científicos, pues sólo contribuyen al aumento de la población marciana”.

Jesús Porras Botello 
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/


martes, 15 de octubre de 2013

Estruendo

“Voy a dormir”, dijo con decisión; se colocó a la orilla de sus sueños, se asomó a fondo, y se precipitó lentamente.

Un movimiento brusco lo despertó; escuchó un ruidero de cristales, se asomó desde la orilla de su cama, y vio todos sus sueños rotos.

Jesús Falconi 
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/


domingo, 13 de octubre de 2013

Saludo

Siempre saludo a mi vecina para que algún día diga "era un chico muy majo, siempre me saludaba, no entiendo porque mató a todos"

Fuente: Algodistinto.tumbrl.com








sábado, 12 de octubre de 2013

El día que el crimen apareció en Pinkhills

“Sherif en Pinkhills, ¡vaya oficio más aburrido”, gruñó Brent para sus adentros. “Aquí nunca ha pasado nada, ningún crimen qué perseguir…”

La mano que sostenía la navaja de afeitar dejó de hacer su rítmico movimiento en la mejilla. Se miró al espejo. No se reconoció en esa mirada. En su cabeza, como cuando llega la noche, se instaló un pensamiento macabro.

Jesús Cabral
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/


miércoles, 9 de octubre de 2013

El Viejo Paciente

El viejo paciente me dijo que nunca abriese el armario. "Hay un tigre allí y si lo haces nos devorará a los dos", dijo. Como celador, parte de mi trabajo es seguir la corriente a nuestros pacientes, así que acaté los deseos del anciano. Cuando murió, meses más tarde, metí en una bolsa sus escasas posesiones. El armario, sin embargo, lo dejé. Yo también había imaginado las rayas del tigre, los dientes como cuchillas, los bigotes como alambres y los ojos luminiscentes. Me lo imaginé paseándose hacia adelante y hacia atrás dentro del armario esperando a abalanzarse sobre la primera persona lo suficientemente tonta como para abrirlo.

D. Daniel Moreau
fuente:http://museodelapalabra.com/es/concurso-de-microrrelatos/3-edicion/item/625-fallo-de-la-iii-edicion-del-concurso-internacional-de-microrrelatos-fundacion-cesar-egido-serrano-museo-de-la-palabra


martes, 8 de octubre de 2013

Los pigmeos

LONDRES, 29 de octubre. (LATIN-Reuter) —El hombre no desciende del mono sino de los pigmeos de África. En las vastedades selváticas que habitan una raza de éstos, los Efe, al pie de las fabulosas Montañas de la Luna, en Uganda, está el original Jardín del Paraíso, mencionado en los libros del Génesis de la Biblia. Allí se originó la leyenda de Adán y Eva, la entrega de los mandamientos de un mesías, todos los pigmeos. Aún ahora, los hombrecitos de África poseen la clave de la supervivencia física y mental del llamado mundo civilizado: “Haz a la naturaleza lo que desearías que la naturaleza te hiciese a ti”. Es la moral que podrían enseñarnos.

Jean-Paul Hallet, citado en un cable 
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/


domingo, 6 de octubre de 2013

Indecisión

El viento inmemorial se agitaba con violencia y hacía remolinos aquí y allá. Penetró algunos metros en la gruta arrastrando tras sí un polvillo de arena con el que, suspendido, formó un montón del tamaño de un puño y, lentamente, fue fabricando un hombrecito ya vestido con ropas exiguas y raídas y que, sin embargo, blandía una lanza azul de una delicada transparencia. No bien estuvo conformado inició el humúnculo una decidida marcha hacia el oscuro interior de la caverna. A los pocos pasos, la alabarda vítrea comenzó a iluminar potentemente todo el misterioso camino dentro del inmenso antro, negro e infinito. El hombrecito parecía muy pálido bajo la iluminación de su lanza pero se le veía fuerte e inagotable. Pasó por entre enormes peñas, por aluviones y minas; cruzó montañas y ríos; enfrentó bestias y demonios. Todo con una determinación inquebrantable. Holló, además, la tierra con marcha incontenible y el propósito de ira hasta el final para encontrar el amor. Ninguno de los más feroces obstáculos ni de las más sutiles ilusiones pudieron separarlo de su designio. Recorrió siete mil veces mil noches y siete mil veces mil días la mayor extensión posible del laberinto, y finalmente, encontró la salida de la espelunca, más allá de la cual estaba el paraíso, el jardín de las delicias.

No obstante, lleva allí diez mil años, en la puerta de la felicidad, sin poder penetrar en ella, con su amor deslizándose entre las manos, un montoncillo de arena que no cobra forma, que se disuelve. 

Javier Navarro 
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/


sábado, 5 de octubre de 2013

EL FRANCOTIRADOR

Todos los días, mientras esperaba el ómnibus, un niño me apuntaba desde un balcón con el dedo, y gatillaba como un rito su arma imaginaria, gritándome “¡bang, bang!”. Un día, solo por seguirle el rutinario juego, también yo le apunté con mi dedo, gritándole “¡bang, bang!”. El niño cayó a la calle como fulminado. Salí corriendo hacia él, y vi que entreabría sus ojitos y me miraba aturdido. Desesperado le dije “pero yo solo repetí lo mismo que tú me hacías a mí”. Entonces me respondió compungido: “sí señor, pero yo no tiraba a matar”.

D. Armando Macchia
fuente: http://museodelapalabra.com/es/concurso-de-microrrelatos/3-edicion/item/625-fallo-de-la-iii-edicion-del-concurso-internacional-de-microrrelatos-fundacion-cesar-egido-serrano-museo-de-la-palabra

viernes, 4 de octubre de 2013

Bastaría con abrir la puerta

Habiendo vagado siempre por el camino de la pertinaz cotidianidad, de pronto le invadió la certidumbre de que el final estaba cercano y que además era inevitable. Entonces, por primera vez en su caminar, se detuvo y contempló el horizonte. Pudo ver lo que anticipaba la proximidad de la obscuridad absoluta. Pudo escuchar el eco, que rebotaba de confín a confín, de las voces proferidas por las multitudes beligerantes que se disputaban la irrelevante prenda de la felicidad. Así, tratando de evitar verse engullido por aquel desatinado padecer colectivo, reunió los restos desperdigados de su energía sobrante y se adentró en las reconditeces de su propio ser. Intuyó que la única alternativa radicaba en rescatar aquello de lo que había sido despojado en el instante mismo de su concepción, pero fue tan grande el ímpetu de su deseo, que se olvidó de descifrar el verdadero significado de su búsqueda y se extravió en los múltiples senderos que tiene el retorno.

Todo esto sucedió en tiempo tan remoto que podría afirmar que está aconteciendo ahora. Por eso, si quisiéramos conocer al protagonista de esta historia, bastaría con abrir la puerta y dejarlo entrar, o tal vez permitirle salir.

Javier Barrientos G. 
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martes, 1 de octubre de 2013

La niña

¡Si, eso es! ¿Cómo no lo había pensado antes? Yo gastando en médicos tras la solución, cuando lo que sucede es que la niña dejó de serlo y por eso está tan teñida de rojo. El equivocado del especialista seguirá insistiendo que fueron los lentes de contacto quienes me atrofiaron las glándulas lagrimales, dejándome los ojos propensos a irritaciones, ¡bah!

Jaime Adolfo Muñoz Torres 
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domingo, 29 de septiembre de 2013

Imaginación

El agente de tránsito silbó y el conductor se detuvo. Lo primero que le pidió fue su licencia de conducir y la respuesta fue que la “había olvidado en casa”. El oficial echó un rápido vistazo a la parte delantera y luego otro a la trasera del auto dándose cuenta que carecía de placas. Entonces le pidió al conductor los documentos del vehículo, a lo que éste contestó que no los llevaba. Imaginando algo fraudulento buscó las calcomanías gubernamentales en el parabrisas, pero no las había: es más, tampoco había parabrisas. Buscó en los otros cristales, pero tampoco estaban, ni había otros cristales. Quiso ver entonces las plaquitas de identidad de fabricación en el marco de las puertas, pero no había ni plaquitas ni puertas. Ordenó al conductor entonces abrir el cofre para ver el número de registro del motor, pero el auto no tenía cofre, ni motor y por lo tanto no había número alguno. Desesperado quiso anotar la marca del auto, el modelo y el color. Pero era imposible identificar la marca, así como tampoco el modelo ni el color. En el colmo de la exasperación buscó las llantas para anotar al menos su medida, pero tampoco tenía llantas. Desconsolado, enojado y rabioso, rompió su libreta de infracciones y se sentó en la banqueta a llorar amargamente. Mientras, el exconductor ponía tierra de por medio, alejándose rápidamente por el camellón de la avenida, con pasos cortos y silenciosos, sin dejar de volverse a ver a aquel extraño oficial de Tránsito.

J. Ángel Pineda Reyes 
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viernes, 27 de septiembre de 2013

Una llave

—Y usted, cielo ¿adónde va? —Yo voy a mi casa, a encerrarme bajo veinte llaves. A ti, que me gustas, te voy a regalar una, la última de mi recámara.

Los hombres acudían a casa de Dolores con toda la desesperación del deseo de la realización imposible. Una vida no alcanzaría para rendir a una tal mujer, fuerte, bella y casta. María de los Dolores.

J. A. Manrique 
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miércoles, 25 de septiembre de 2013

Posesión

Hoy he dejado completamente libre a ella: esa chica introvertida, acomplejada y prejuiciosa que vive en mí. Siempre deseé que fuese como yo, pero hoy no me he metido en ella. He vagado, he volado, he sido mentira, verdad, principio y final. Me he convertido en la novia de la noche, en amiga de la luna y en amante de la mar. He caminado por la calle y un payaso me ha prestado su disfraz, un enano su cuerpo y un pequeño su candor. He sido la mente de un loco, el instinto de un perro, el latir de un corazón, el llanto de un niño y el interior de un foco. He formado parte del tiempo, del espacio, de la naturaleza, del amor, del viento y del silencio. Fui también un beso, una caricia, fui un átomo y un feto. Me he introducido en la personalidad de un niño, de un viejo, de un vagabundo, de un poeta y de un ebrio. Estuve en la presencia de Dios y fui bondad, en la del diablo y fui maldad. He sido gato, pájaro, flor, papel, poder, ceniza, hechicería y unicornio. Fui experiencia, sueño, pesadilla, fui solamente un demonio.

Anoche sobre mi corazón rodó una gota de sangre; en torno mío se escuchaban miles y miles de campanas, cuyo sonido penetraba en mis oídos casi desgarrándolos. Fue entonces cuando me di cuenta que durante mucho tiempo, la muerte había permanecido cautiva en mi persona.

Isabel Rabadán O
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lunes, 23 de septiembre de 2013

El hombre

Toda su vida estuvo tratando de entender; pero se lo impedía su propia prisa. Hasta que se detuvo, y las cosas empezaron a tener sentido, porque su muerte estaba próxima.

Isaac Matus 
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domingo, 22 de septiembre de 2013

Antidestino

Ha emigrado el mar y se ha llevado a la memoria, a la fe y a la tristeza. Todo parece haber huido, desde aquel tiempo, en el que mi mal fue diagnosticado. Había contraído un virus de poesía. Se me otorgó una incapacidad indefinida, durante la cual he sido encerrada en este lugar, del que si intento huir, un fantasma de hambre cubre de frío a mi vientre. A diario, se me asignan diversas labores que no entiendo, pero que persiguen hacerme olvidar no sé qué cosa. Cuando por descuido me dejan sola, presiento a la melancolía del otro lado de la ventana. Entre curiosa y asustada, corro a asomarme en busca de la sensación prohibida. Las nubes se me incrustan en los ojos y se me rompe el sueño en mil pedazos. Por un momento, todo parece detenerse y, justo cuando estoy a punto de recordar el nombre y apellidos de mi angustia, descubren mi pecado y descuartizan al silencio con el timbre al que me han acostumbrado y que me parece regresar apresurada a mi lugar de siempre. Sé de memoria lo que debo decir en esas ocasiones y la máquina comienza a funcionar de nuevo. Un engranaje estratégicamente dispuesto, borra de mi cara cualquier amenaza de conciencia, al momento en que mi voz recita el consabido y redentor: “Gerencia de ventas. Buenos días”.

Ingrid Cabrera Cederwall 
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viernes, 20 de septiembre de 2013

Lluvia

Llueven tus dedos sobre mí, debajo de las sábanas, calentando la neblina que entra por la ventana. 

-Me gusta tocar tu cuerpo para afinarlo- susurras en mi oído después de besarme la nuca.

Entonces duermo, buscando en las profundidades, nuevas formas para desafinarme.

Guillermo Osuna


jueves, 19 de septiembre de 2013

La mandarina china

Con la uñas quité la cáscara y con mis dedos desgajaba una de las dos mandarinas que llevaba en las manos. La otra era para la “China”. Siempre he disfrutado más el exquisito olor impregnado en mis manos que ni el mismo sabor del delicioso jugo en mi boca, el cual mojaba mis labios resecos por la sed.

Por el doblar de las campanas en la parroquia y por la hora en que salen las hetairas acicaladas a trabajar, me dí cuenta que el tiempo había pasado sin que la “China” llegase a la cita. Transcurridos cincuenta minutos, pensé: “Mi error fue haberle anunciado que hoy quería hacer el amor con ella”.

Anoche, con mis uñas arranqué su sostén y con mis dedos traté de desgajar sus jugosos senos, que sangraban; los tomé entre mis manos llevándolos hasta mis labios sedientos. En eso, desperté exaltado súbitamente. Sobre mi boca y nariz, mis manos emanaban, aún fresco, el aroma a mandarina.

Hugo Zdeinert 
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miércoles, 18 de septiembre de 2013

Diferentes

—Dime por favor, ¿Sí o no?, preguntó el joven.
—¡Pues, no!… Tú eres un chavo de lana, y yo de carne y hueso, contestó ella.

Hugo Van Halen 
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martes, 17 de septiembre de 2013

La sorpresa

No me quise asomar por el ojo de la cerradura, pese a la innegable atracción que esto representa, no, yo abrí la puerta de golpe. Hacía tiempo ya que tenía el presentimiento ó a la mejor era algo tan obvio que cualquiera esperaría la sorpresa.

Azucena (así se llamaba) llegó una tarde luminosa a alegrar esta (antes) triste casa. Todavía es esta época hay personas a las que les parece inmoral esto, pero a ella me la vendieron casi recién nacida.

Fue creciendo bajo el tierno cuidado de mi tía Jacinta y también, claro, bajo su severa vigilancia. Cuando llegó a la juventud, cuando llegó a la edad en que la sangre les mana incontenible, era tan bonita que hasta peleas se suscitaban por ella a las puertas de la casa. Nuestra intención no era dejarla para siempre sin compañero, pero había que elegir bien, no iba a ser con cualquiera. Nunca supimos cuando y con quien fue.

Yo no lo creía, pero ella empezó a estar muy inquieta, perdió el apetito y se puso hasta agresiva. No cabía duda, estaba esperando. Mi tía nada me dijo. Ese día que les digo que abrí la puerta (qué pena, pero ella dormía en mi recámara), escuché como pujaba la pobre y ella al verme me lanzó una mirada de orgullo y de ternura.

Parió seis hermosos cachorrillos samoyedos que parecían muñecos de peluche, ya los tenía come y come. Me acerqué con cuidado, acaricié su cabeza y ella presurosa lamió mis manos con su lengua tibia.

Hugo Jiménez Jiménez 
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