Llevó Dios todos sus proyectos a la práctica. Separó tinieblas, abismos, precipicios, reglamentó mares, encausó ríos, puso simientes y en abierta expansión, dejó volar las aves.
En el sexto día todo era bueno y salió a caminar. Llegado el mediodía el sudor perlaba su frente; hizo Dios un alto en el camino para mirar el intenso azulear del día y se limpió el sudor con el dorso de la mano; dos gotas cayeron y formaron lodo con el polvo. De una nació un hombre bello y absolutamente blanco.
Más se sentía un vacío y viendo Dios que no se llenaba, preguntó:
—¿Y la mujer?
Le contestó el hombre:
—Llegará tarde, señor; se fue de compras porque no tenía nada que ponerse.
Alma Molina Peñuñuri
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/