Llueven tus dedos sobre mí, entibiando la neblina que entra por la ventana. Besas mi nuca y me cuentas de lo placentero que es acariciar mi cuerpo, cual instrumento valioso y antiguo, para afinarlo.
Entonces duermo, buscando entre las honduras, planes extraños para desafinarme.
GuiO
Da click en el siguiente link y baja ¡EBOOKS GRATIS!