El pueblo se encontraba bastante alarmado; al principio fueron rumores no confirmados, de esos que nacen en la pequeña tienda que se encuentra a su entrada y que crecen a velocidad vertiginosa desafiando a los más efectivos medios de información. Las ancianas que vivían solas deberían atrancar perfectamente sus puertas, ya que con alarmante frecuencia, alguna de ellas recibía la visita nocturna de un hombre maduro, que aprovechaba lo más profundo del sueño para acariciar, primero subrepticiamente, luego violentamente, hasta que al ser descubierto emprendía atropellada huida. Comenzaron las especulaciones descabelladas acerca de la identidad del misterioso sujeto. Mientras tanto, un comité de damas de avanzada edad se reunía secretamente para tratar de establecer contacto con el visitante nocturno, a fin de reglamentar sus incursiones.
Francisco Galindo Olivares
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sábado, 31 de agosto de 2013
Nocturno a …
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jueves, 29 de agosto de 2013
Cómo vencer a la muerte
A doña Concepción le dijeron varias veces que el niño que traía en las entrañas no iba a nacer. El doctor tuvo problemas para sacarlo del vientre pero, afortunadamente, el niño nació bien. Para doña Concha era la única forma de prolongar lo que le quedaba de vida. La muerte había sido su compañera desde siempre. Era huérfana desde los siete años. Su marido había muerto tres meses antes. El niño fue enfermizo y el adolescente retraído. Al joven le diagnosticaron un sufrimiento interior profundo que nadie supo explicar. Para que se aliviara, su tío Austreberto se lo llevó a Túnez, donde trabajaría en nuestra embajada como segundo secretario. Como si en Túnez la gente se curara de sufrimiento interior. Pasaron los años, casi veinte, y ni el tío ni Camilo volvieron a Colima. La gente siempre dijo: viven en Túnez y son felices. Doña concepción creía ambas cosas. Su hijo vivía y era feliz.
Francisco Blanco Figueroa
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Francisco Blanco Figueroa
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martes, 27 de agosto de 2013
Sin título
Todos dicen que mi hijo es feo. No me importa. A mi me gusta cuando me tiende sus garritas desde la cuna.
Fernando Galiana
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Fernando Galiana
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lunes, 26 de agosto de 2013
La interrupción
Era una pelea desigual. Veinte contra dos. Sin embargo, lograron acabarlos, con formidables golpes de sable. Tenían que salir de ahí porque el techo de la caverna se derrumbaba, aunque antes lograron arrancar el rubí que era el ojo único de un gran ídolo dorado. Escaparon justo a tiempo, y ya sólo debían vencer al dragón del castillo y ganar la playa para alcanzar el buque.
Pero eso sería después, porque mamá les gritó que ya era tarde y debían dormir.
Fernando Flores Alvarado
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Pero eso sería después, porque mamá les gritó que ya era tarde y debían dormir.
Fernando Flores Alvarado
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domingo, 25 de agosto de 2013
Oficios honrados
Y en honor a la verdad, he practicado todos los menesteres dignos de ser practicados por un hombre honrado: vendedor de presagios y tempestades en día de calma, constructor de puentes colgantes para llegar al cielo, empresario de pompas fúnebres, traficante de honras y predicador de teogonías falaces, evocador de almas sumidas en pecado eterno, traficante de cadáveres, santón ilusionista, violador de tumbas con fines rituales, propagandista de la inutilidad de la fe, mercader de absoluciones a bajo costo, consignatario de terrenos en el paraíso, domador de mujeres enloquecidas, historiador de religiones pesimistas, contrabandista de la anticultura, monje predicador de la inmoralidad, actor en comedias obscenas, escritor de lugares comunes, catedrático del Perogrullo, advocador del anticristo, corrector de verdades bíblicas, equilibrista de la inconciencia, abogado defensor de ángeles criminales, parlamentario de mitologías preferidas, novelista plagiario, poeta de ruindades espirituales y ensayista de las mayores estupideces en cuarenta siglos de civilización humana; en fin, toda una suerte de actividades que no han dejado más que penurias…
Fernando Escopinichi
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Fernando Escopinichi
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jueves, 22 de agosto de 2013
Proyección
“Una vez que se hubo disipado la nube radiactiva que cubría a la Tierra, emergió, de las profundidades de su refugio, la única pareja sobreviviente al desastre, ambos pensaron: “Dios existe, es bueno”, pero cuando ellos murieron, Dios dejó de existir.”
Fernando Cortés B.
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Fernando Cortés B.
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miércoles, 21 de agosto de 2013
El que no tiene nombre
Yo soy el que todo lo ve, el que todo lo sabe, el que todo lo dice.
Yo vi a Dios hacer el mundo y hacer al hombre.
Y después vi al hombre hacer su primera fogata, su primera ciudad, su primera guerra.
He conocido a los profetas, he visto nacer y morir a reyes, campesinos, mártires y traidores.
Todo lo que ha ocurrido en la realidad y en los sueños de los hombres, lo he visto y lo he contado.
Yo soy ese personaje sin nombre que aparece en todos los libros.
El que empieza diciendo: Había una vez…
Fermín Petri Pardo
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Yo vi a Dios hacer el mundo y hacer al hombre.
Y después vi al hombre hacer su primera fogata, su primera ciudad, su primera guerra.
He conocido a los profetas, he visto nacer y morir a reyes, campesinos, mártires y traidores.
Todo lo que ha ocurrido en la realidad y en los sueños de los hombres, lo he visto y lo he contado.
Yo soy ese personaje sin nombre que aparece en todos los libros.
El que empieza diciendo: Había una vez…
Fermín Petri Pardo
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martes, 20 de agosto de 2013
Reflejo
Prav, entra al cuarto de baño. Se enfrenta al espejo.
Observa largo tiempo el reflejo de su imagen.
Saca de un costado de su cintura el revólver.
Apunta al espejo. Dispara.
El cristal no se rompe, sólo despide fragmentos de piel, sangre, esquirlas de hueso.
Felipe Guadarrama Barragán
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Observa largo tiempo el reflejo de su imagen.
Saca de un costado de su cintura el revólver.
Apunta al espejo. Dispara.
El cristal no se rompe, sólo despide fragmentos de piel, sangre, esquirlas de hueso.
Felipe Guadarrama Barragán
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lunes, 19 de agosto de 2013
Infinitud
Doctor, anoche soñé que estaba con mi analista y le contaba un sueño en el que yo le decía a usted que había soñado con mi analista…, pero lo que más me angustia es que cuando despierte, tendré que contarle a mi analista que soñé con usted.
Felipe de la Lama
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Felipe de la Lama
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domingo, 18 de agosto de 2013
Una promesa cumplida
El niño prometió a la hormiguita, su amiga, permanecer a su lado hasta el final de su vida.
Se sentó a su costado y conversaron tanto que ya no había de qué hablar.
Poco a poco, todo se tornaba aburrido y el niño comenzó a extrañar a sus amigos del barrio. “Es cierto que las hormigas viven menos que los hombres; pero, esta parece inmortal”, pensó, viendo pasar el día.
De repente, el pequeño aplastó con su dedo pulgar a su amiga y se retiró feliz por haber cumplido su promesa.
Fabricio Prada Rojas
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Se sentó a su costado y conversaron tanto que ya no había de qué hablar.
Poco a poco, todo se tornaba aburrido y el niño comenzó a extrañar a sus amigos del barrio. “Es cierto que las hormigas viven menos que los hombres; pero, esta parece inmortal”, pensó, viendo pasar el día.
De repente, el pequeño aplastó con su dedo pulgar a su amiga y se retiró feliz por haber cumplido su promesa.
Fabricio Prada Rojas
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viernes, 16 de agosto de 2013
Regreso
—Me da gusto verte —dijo sin mirarla. He soñado tanto en este momento, que ya nada tengo qué decir. —Momento soñado.
—Soy un poco como aquel guerrillero terrorista de Andreiev, ¿recuerdas?
—¿Y yo una… también un poco?
—Nunca comprendiste del todo mi lucha.
—¿Desertaste?
—No me dieron tiempo.
—Y… ¿tu amor?
—Debo haberlo perdido por ahí, ¿te hace falta?
—Ya no.
Con un convulso, torpe abrazo, los ojos acuosos y en silencio, reanudaron el idilio después de seis lustros de no verse.
F. Manrique
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—Soy un poco como aquel guerrillero terrorista de Andreiev, ¿recuerdas?
—¿Y yo una… también un poco?
—Nunca comprendiste del todo mi lucha.
—¿Desertaste?
—No me dieron tiempo.
—Y… ¿tu amor?
—Debo haberlo perdido por ahí, ¿te hace falta?
—Ya no.
Con un convulso, torpe abrazo, los ojos acuosos y en silencio, reanudaron el idilio después de seis lustros de no verse.
F. Manrique
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jueves, 15 de agosto de 2013
Gambito de dama
John Kohen tiene cuatro meses en Celaya, vive solo. No he logrado conquistarlo con sutiles coqueteos, pero no desisto. Soy atractiva, inteligente y domino el juego con las blancas. Un gambito será necesario. El lance es de seis movimientos: 1. detengo el carro frente a su casa, 2. me despojo de la capa blanca, 3. bajo vestida sólo con el negligé de seda negra, 4. cruzo rápidamente el jardín, 5. llego a la puerta, 6. toco, abre y… ¡jaque! Como en todo gambito existen riesgos calculados: el principal es la gente en la calle, por la temprana hora del anochecer, pero la caballerosidad juega a mi favor, él no puede dejarme afuera.
John oye el timbre y pregunta desde la cocina ¿Quién es papá?… —una loca que salió huyendo, contesta el viejo que visita a su hijo.
Estanislao González Aguilar
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John oye el timbre y pregunta desde la cocina ¿Quién es papá?… —una loca que salió huyendo, contesta el viejo que visita a su hijo.
Estanislao González Aguilar
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miércoles, 14 de agosto de 2013
Im-pacto
El sosiego porfía. Poco a poco desciendo al brumoso territorio de los sueños hasta quedar suspendido en el borde de una pesadilla que me impulsa dentro de ella y me siento tragado por un sueño atroz. Creo volverme loco. No puedo desembarazarme de este sueño. De improviso un hombre pasa despreocupadamente a mi lado. Lo llamo y se detiene.
—Estoy soñando algo muy gracioso —le digo—; si lo quiere, se lo transfiero.
—¿Es gracioso?
—Muy gracioso.
—¿Me hará reír?
—¡Se lo aseguro!
—Lo acepto —dice complacido.
Le doy el sueño, contengo un vago temor y al ver que se aleja huyo ocultando mi trampa maliciosa. Pero a las pocas cuadras me detiene una interrogante. Más por curiosidad que por desagraviar mi culpa, regreso para ver si sufre con mi pesadilla. Ante mi asombro, lo escucho reír a carcajadas, tiene las manos en el estómago y se retuerce. Al advertir que lo sigo exclama:
—¡Gracias! ¡Gracias!
—¡Espere! Le grito, y una envidia contenida me hace preguntar:
—¿Le gusta mi sueño?
—¡Si! Es muy gracioso —responde.
—Bueno, le digo arrepentido, se lo presté por un rato. Ahora me toca a mí.
El hombre resignado me devuelve el sueño. Pero cuando lo recibo siento una pena que me circunda. Es mi mismo sueño atroz, una desgarrante pesadilla y de lejos escucho reír al hombre.
Ernesto Boccia
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—Estoy soñando algo muy gracioso —le digo—; si lo quiere, se lo transfiero.
—¿Es gracioso?
—Muy gracioso.
—¿Me hará reír?
—¡Se lo aseguro!
—Lo acepto —dice complacido.
Le doy el sueño, contengo un vago temor y al ver que se aleja huyo ocultando mi trampa maliciosa. Pero a las pocas cuadras me detiene una interrogante. Más por curiosidad que por desagraviar mi culpa, regreso para ver si sufre con mi pesadilla. Ante mi asombro, lo escucho reír a carcajadas, tiene las manos en el estómago y se retuerce. Al advertir que lo sigo exclama:
—¡Gracias! ¡Gracias!
—¡Espere! Le grito, y una envidia contenida me hace preguntar:
—¿Le gusta mi sueño?
—¡Si! Es muy gracioso —responde.
—Bueno, le digo arrepentido, se lo presté por un rato. Ahora me toca a mí.
El hombre resignado me devuelve el sueño. Pero cuando lo recibo siento una pena que me circunda. Es mi mismo sueño atroz, una desgarrante pesadilla y de lejos escucho reír al hombre.
Ernesto Boccia
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martes, 13 de agosto de 2013
Hecatombe
En la partida final del campeonato mundial de ajedrez, el ruso inició el juego con P4D; y propuso tablas. El contrincante, que era un norteamericano, no las aceptó, y entonces se declaró la guerra nuclear.
Ernesto Baltazar Sierra
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Ernesto Baltazar Sierra
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domingo, 11 de agosto de 2013
Insomnio
Una noche se me fue el sueño, quise recuperarlo alcanzándolo y corrí tras él, corrí, corrí, y corrí hasta que me cansé y caí en un sueño profundo.
Enrique Sinencio Herrera
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Enrique Sinencio Herrera
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sábado, 10 de agosto de 2013
Awakening
Viviana levantó la cortina de sus ojos y supo que la esperaba un día de clases. Llegó a la escuela después de un turbulento trayecto en calles incómodas, llena de recomendaciones familiares y señales de auto-stop. Sumida en el vértigo del ensimismamiento, esa mañana se sintió más enamorada que nunca de su profesora de gimnasia: la clase fue un orgasmo de cincuenta minutos. Las siguientes horas transcurrieron como una aburrida teleserie plagada de anuncios comerciales. Llegó a casa al mediodía y lo primero que hizo fue descalzarse mirando al espejo. Su cuarto mudamente seguía intacto, mamá había ido al dentista y la sirvienta estaba abajo, muy lejos, calentando la comida. Viviana se pintó los labios con el lápiz escarlata que su amiga Cynthia le había prestado esa mañana, besó a su muñeca preferida y bajó al comedor. Los platillos de ese día, humeando aún al centro de una mesa enorme, no parecían menos suculentos que la boca de la mujer que los colocaba cuidadosamente y con gran destreza en pequeñas plataformas acrílicas. Viviana la miró. Vio sus dedos delgados disponiendo los cubiertos sobre el mantel, el suave dorso de las manos, el reloj vulgar apretando a la muñeca. Al llegar al lunar del antebrazo desvió la mirada hacia ninguna parte. Se quedó así por varios minutos, quieta, como concentrada en su propia distracción, hasta que el ruido de los goznes de la puerta que da a la cocina la hizo despertar, sin sobresaltos. Todavía alcanzó a ver a Pola que desaparecía detrás, confundiéndose en las sombras. Sonrió después, despacio.
Enrique Héctor González
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Enrique Héctor González
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viernes, 9 de agosto de 2013
Castillos en el aire
Le gustaba construir castillos de naipes; él decía que esos eran los verdaderos castillos en el aire, y que, por lo tanto, era un símbolo de los sueños. Su destreza en la construcción era irregular, ya que algunas veces sólo acertaba a construir casuchas de sirvientes o campesinos. Esto le debió demostrar que ni los sueños resultan a la altura de nuestros deseos.
Sin embargo, al paso del tiempo, logró ser un maestro en la construcción de castillos, y envanecido, decidió habitar el mejor. Al principio fue el rey de sus quimeras, con una honda satisfacción de su parte; pero después las paredes, brillantes y lustrosas fueron hostiles, hasta que un día, cuando trato de salir, se dio cuenta que ahí no había puertas ni ventanas, ni súbditos de corte, ni damas cortesanas, ni fiestas y que semejante soledad más tenía de prisión que de reinado. Alcanzó la certeza de ser un prisionero.
El final previsible, de esta historia es la muerte. Este llegó al derrumbarse el mejor palacio del arquitecto de sueños, provocando, tal vez, por su intento de fuga, o por el viento, o por el aburrimiento de un dios niño, cansado de jugar.
Enrique Atonal
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Sin embargo, al paso del tiempo, logró ser un maestro en la construcción de castillos, y envanecido, decidió habitar el mejor. Al principio fue el rey de sus quimeras, con una honda satisfacción de su parte; pero después las paredes, brillantes y lustrosas fueron hostiles, hasta que un día, cuando trato de salir, se dio cuenta que ahí no había puertas ni ventanas, ni súbditos de corte, ni damas cortesanas, ni fiestas y que semejante soledad más tenía de prisión que de reinado. Alcanzó la certeza de ser un prisionero.
El final previsible, de esta historia es la muerte. Este llegó al derrumbarse el mejor palacio del arquitecto de sueños, provocando, tal vez, por su intento de fuga, o por el viento, o por el aburrimiento de un dios niño, cansado de jugar.
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jueves, 8 de agosto de 2013
El pequeño pianista
La maestra había ejecutado al piano aquella hermosa melodía, una, diez, cien, mil veces.
El chiquillo la escuchó pacientemente, una, diez, cien, mil veces. La sabía de memoria a ojos cerrados y sólo podía entonarla o silbarla. Pero del piano jamás pudo arrancarla.
Desesperada la maestra, había increpado una, diez, cien, mil veces al niño.
Éste, había prometido temeroso, una, diez, cien, mil veces ejecutarla. Esfuerzo vano. Quimérico.
El padre había preguntado sobre el adelanto del pequeño, una, diez, cien, mil veces.
Y la maestra había dado una, diez, cien, mil respuestas iguales. Exasperada por fin, estalló un día:
—“Señor —al padre que quería que su pequeño fuese un gran pianista— es inútil, el niño no aprenderá a tocar, mientras usted se obstine en no adquirir para él los brazos que le faltan.
Emeterio Méndez Jr.
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El chiquillo la escuchó pacientemente, una, diez, cien, mil veces. La sabía de memoria a ojos cerrados y sólo podía entonarla o silbarla. Pero del piano jamás pudo arrancarla.
Desesperada la maestra, había increpado una, diez, cien, mil veces al niño.
Éste, había prometido temeroso, una, diez, cien, mil veces ejecutarla. Esfuerzo vano. Quimérico.
El padre había preguntado sobre el adelanto del pequeño, una, diez, cien, mil veces.
Y la maestra había dado una, diez, cien, mil respuestas iguales. Exasperada por fin, estalló un día:
—“Señor —al padre que quería que su pequeño fuese un gran pianista— es inútil, el niño no aprenderá a tocar, mientras usted se obstine en no adquirir para él los brazos que le faltan.
Emeterio Méndez Jr.
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miércoles, 7 de agosto de 2013
La respuesta
“¿Qué es la vida?”, preguntaba Liu-Yi a su maestro bajo la suave luz de una delicada mañana primaveral. “La vida es un misterioso círculo en cuya circunferencia todo va y todo viene sin posibilidad de encontrar algún día la salida salvadora”. Pero Liu-Yi no estuvo de acuerdo. Discutió acaloradamente y enfadado marchó a su casa que estaba rumbo al bosque. Al llegar a la encrucijada vio, bajo la sombra de una piedra, un viejo papiro enrollado donde pudo leer lo siguiente:
“Todas las respuestas están más allá del mar, en la vigésima isla, en medio de la cual crece un frondoso cerezo en cuya sombra yace un cofre grande veteado de piedras preciosas. Al abrirlo hallarás un cisne en cuyo interior encontrarás un blanquísimo huevo que al romperse mostrará una delicada mañana primaveral bajo cuya suave luz Liu-Yi dice a su maestro: ¿Qué es la vida?…”
Eliseo Carranza Guerra
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“Todas las respuestas están más allá del mar, en la vigésima isla, en medio de la cual crece un frondoso cerezo en cuya sombra yace un cofre grande veteado de piedras preciosas. Al abrirlo hallarás un cisne en cuyo interior encontrarás un blanquísimo huevo que al romperse mostrará una delicada mañana primaveral bajo cuya suave luz Liu-Yi dice a su maestro: ¿Qué es la vida?…”
Eliseo Carranza Guerra
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martes, 6 de agosto de 2013
Celos
Penélope se puso furiosa y armó el gran lío porque anoche me dormí con su esposo. Ni que fuera para tanto; estaba tan enojada que hasta me amenazó… ¡Vaya!, debería estar feliz y agradecerme que, teniendo tantos ositos de peluche, siempre lo prefiero a él.
Elisa I. L. y Jácome P
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Elisa I. L. y Jácome P
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lunes, 5 de agosto de 2013
Entonces
...ya en Josafat, ante la infinita muchedumbre de todos, buenos y malos, culpables y jueces, ignorando el juicio de los hombres, y a pesar del berrinche que hicieron unos que esperaban ver condenados a otros, Dios perdonó con un sólo gesto: de un manotazo borró el infierno.
Eduardo Gurría
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Eduardo Gurría
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domingo, 4 de agosto de 2013
Fraude
Veloz, Aquiles le gana a la tortuga en la carrera, pero Zenón de Elea, que es juez en la competencia, da el triunfo a la tortuga, arguyendo oscuras razones metafísicas. Es el caso más descarado del que se tenga noticia, de fraude deportivo.
E. de Urden
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E. de Urden
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sábado, 3 de agosto de 2013
La muchacha del arapaho
Una muchacha arapaho de las llanuras de Norteamérica, espió a un puerco espín que estaba cerca de un álamo. Trató de herir al animal, pero éste se escondió detrás del árbol y empezó a trepar. La muchacha lo siguió, pero el animal siempre estaba fuera de su alcance: “Bueno —dijo—, voy a subir para capturar al puerco espín porque quiero sus púas, y si es necesario subiré hasta la punta.” El puerco espín llegó a la punta del árbol, pero cuando ella se acercó para echarle mano, el álamo creció repentinamente y el puerco espín siguió subiendo. Miró hacia abajo y vio a sus amigos llamándola e insistiendo en que bajara; pero como ya estaba bajo la influencia del puerco espín y tuvo miedo de la gran distancia entre ella y el suelo, continuó subiendo, hasta que se convirtió en una mancha para aquellos que la veían desde abajo, y junto con el puerco espín finalmente alcanzó el cielo.
Dorsey y Kroeber en Traditions of the Arapaho
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/
Dorsey y Kroeber en Traditions of the Arapaho
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viernes, 2 de agosto de 2013
El origen de la vida
María le pidió a su madre que le explicara de dónde venían los niños. Entonces la madre la tomó en sus brazos y la introdujo en su vientre. Poco a poco la enorme barriga fue disminuyendo hasta que sólo quedó el vacío que la madre quiso colmar a través de la maternidad.
Dominique Menkes Bancet
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Dominique Menkes Bancet
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jueves, 1 de agosto de 2013
Crueldad
Él le dijo:
—Desde que te fuiste no ha dejado de llorar un solo día.
Ella le contestó: —Ve comprando una caja de pañuelos desechables.
Dirán Indjeian Tirakian
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Ella le contestó: —Ve comprando una caja de pañuelos desechables.
Dirán Indjeian Tirakian
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