Llueven tus dedos sobre mí, debajo de las sábanas, calentando la neblina que entra por la ventana.
-Me gusta tocar tu cuerpo para afinarlo- susurras en mi oído después de besarme la nuca.
Entonces duermo, buscando en las profundidades, nuevas formas para desafinarme.
Guillermo Osuna
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