El niño prometió a la hormiguita, su amiga, permanecer a su lado hasta el final de su vida.
Se sentó a su costado y conversaron tanto que ya no había de qué hablar.
Poco a poco, todo se tornaba aburrido y el niño comenzó a extrañar a sus amigos del barrio. “Es cierto que las hormigas viven menos que los hombres; pero, esta parece inmortal”, pensó, viendo pasar el día.
De repente, el pequeño aplastó con su dedo pulgar a su amiga y se retiró feliz por haber cumplido su promesa.
Fabricio Prada Rojas
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/