miércoles, 15 de diciembre de 2010

Allegro moderato

La imaginaba etérea, esbelta, hermosamente joven, dejando correr sus dedos por las teclas en la penumbra de un cuarto oliendo a violeta o jazmín. Huérfana de madre, quizás. Dulce y tímida, con certeza. Así la describían las melodías que se filtraban todas las tardes por las rendijas de los postigos cerrados. Siempre cerrados.


Y entonces, mientras el barrio se aletargaba en las horas de siesta, él, oculto tras las cortinas de su hotel sin estrellas, soñaba con la ventana misteriosa abriéndose frente a su habitación, con el cruzar de las miradas por encima de la calle dormida, con el encuentro inevitable, dentro de poco, sí...En la penumbra, el viejo pianista tocó el último acorde, maldiciendo entre dientes contra los reumatismos, los postigos malogrados, su pensión de miseria y el mirón del frente oculto tras las cortinas.

Christiane Félip de Vidal.


Felino

Lo diviso entre la multitud; sin duda sobresale de la masa homogenea que por esa hora circula en el centro.

Hacemos contacto visual mientras esperamos que cambie el semáforo; él está en la vereda de enfrente. Me mira de pie a cabeza, me sonrojo. Su andar felino me hipnotiza, me aturde.Camina sigiloso. Quedamos frente a frente, yo inmovil, el habil como un gato toma mi cartera y se escabulle entre la gente.

Carolina Soto


Valenzuela.

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