De un salto el gato le cortó el paso y le suspendió la vida (poniéndosela en un hilito) al ratón. Lo natural, lo normal, lo lógico, hubiera sido que el ratón, dando marcha atrás, o sacándole la vuelta, huyera. Pero no, ahí se quedó, inmóvil, como buscando la muerte.
El gato levantó la zarpa de afiladas garras; un solo segundo bastaría para segar la vida del infeliz ( ) roedor. No vio miedo, ni pavor, no vio nada… sólo un ratón que no reaccionaba como los demás. —Pinche loco, (pensó el gato), dándose la vuelta.
José Antonio Medina Islas
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/