Con nuestro mecánico de confianza teníamos garantizada la diversión. Mi hermana y yo nos turnábamos para
achucharle mientras conducía. No podía reaccionar si no
se paraba, cosa que le teníamos absolutamente prohibido. Unas veces lo hacía Laura y otras yo. Nos poníamos en
el asiento del copiloto y comenzábamos a manosearle.
Hasta que no gritaba no cortábamos. Nos amenazaba
con parar y nosotras con el despido. Además, nuestro
padre lo denunciaría por acoso a menores. Cárcel segura.
Seis o siete años, nos había dicho un amigo abogado. Por
fin han sido nueve.
Francisco Javier Aguirre González
http://bit.ly/X8QiaS