martes, 9 de diciembre de 2014

Debajo del educador

La estatua de William Morris en Palermo está ubicada sobre una pequeña elevación del terreno. Así se destaca mejor la figura ceremoniosa de este educador. Pero cedió la tierra de sostén y un agujero permitía ver que hay un hueco grande entre la base de la estatua y los bordes de la elevación de tierra, que dejaba entrar  a dos o más personas. Y es allí donde en las sombras de la noche vivían ellos, deslizándose por el agujero en las entrañas del monumento del educador. Están donde el destino los envió, al fondo, por debajo. Son el infierno de lo representado en la superficie, son su antítesis. Allí sobrevivían ocultos, hundidos en el olvido de sus borracheras. Ellos ignoraban la superficie, pero la gran estatua también ignoraba su mundo subterráneo. Cuando para la protección de la obra se enrejó el perímetro y los oscuros visitantes no pudieron esa noche encontrar su hueco, llevaron su infierno a cuestas  a un nuevo destino solo conocido por ellos, mientras William Morris continuaba su inmutable clase y nosotros seguíamos ignorando a los mutantes de la noche.

Inés María Cabrera




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