domingo, 5 de enero de 2014

Muerte de un estilista

—¡Socorro! —gritó.
—¡Auxilio! —volvió a gritar.
—¡Ayuda!
Y los que iban a rescatarlo dejaron de correr: no sería tan grave lo suyo, si aún le quedaban ganas de buscar sinónimos.

Miguel Ibáñez de la Cuesta



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