Un suspiro de alivio escapó de su pecho al despertar ¡qué pesadilla más horrible había tenido…! ¡Extendió la mano para encender la lámpara, y ésta chocó en el acolchado de satín; trató de incorporarse y dio con la cabeza en el cristal…!
Carmen Soriano
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/
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