La mujer dio vueltas y vueltas a las perillas de su aparato, al cual la imagen no quería regresar.
—¡Extraño suceso! ¡Y terrible a la vez! ¡Precisamente cuando me disponía a ver mi programa de risa!
Le dio una vuelta más, y la visión regresó. La mujer se puso contenta.
En la pantalla se veía una familia, con los ojos muy abiertos, que la observaba atenta y divertidamente.
—¡Raro! —dijo— Antes este aparato no tenía visión de colores y ahora lo tiene.
Al oír esto, la familia rió.
La mujer había dejado la mano sobre una perilla. Cuando se vio la mano, el cuerpo, y observó que ella, y toda su alcoba estaban iluminadas en blanco y negro, lanzó un grito de horror.
La familia se rió.
Diego Jáuregui Prieto
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/
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