miércoles, 12 de junio de 2013

¡Por favor, atiéndame…!

Y estaban bebiendo, juntos, codo a codo, Esteban, Chon el churrero, José, Pedro, Miguel —picado de viruelas—, Arcadio, Manuel, Tomás —sastre de polendas porfiristas—, Filiberto, Guillermo, Amador —cesante por causas de la pinche política—, Doroteo, Honorio Zacarías —el del retruécano pícaro—, Damián, Torcuato, Gaspar, Celestino, Víctor, Epigmenio —próspero burócrata del partido en el poder—, David, Felipe, Agustín, Emmanuel —“¡son las tinieblas, que presagian el fin del mundo!”—, Chabelo, Héctor, Alfredo, Eugenio, Silverio —¡ole!, le dice a su mujer en ciertos íntimos momentos—, Rogelio, Victoriano, Cesáreo, Ceferino, Mario, Polo —así llamado por sus amistades trasvestistas—, presenciando el alunizaje en el aparato televisor de la pulquería “Las buenas amistades”, cuando en la sala apareció un tipito que con voz ¿aguardentosa? Les dijo “’Hola!”
 —¡Sáquenlo!
 —¡Cállese, cácaro!
 —¡Maldita sea, no interrumpas!
 —¡Me lleva la que me trajo, con éste…!

Y ante la lluvia de injurias de escasa cortesía hospitalaria, el tipito no tuvo más alternativa que introducirse al aparato televisor, a la altura de la escalerilla del módulo “Águila”, dándole un pequeño empujoncito a Armstrong y pensando muy decepcionado “¡Ni modo, no creen que soy lunático!”.

Alfonso Prado Soto

fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/



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