Imbert
viernes, 8 de junio de 2012
Simbad
Algunos de los marineros que regresaban de sus largos viajes solían visitar a Simbad, el paralítico. Simbad cerraba los ojos y les contaba las aventuras de sus propios viajes interiores. Para hacerlas más verosímiles a veces se las ajudicaba a Odiseo. ‘Apuesto’, pensaba Simbad cuando se quedaba solo, ‘a que tampoco él salió nunca de su casa.’
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