Cuando un hombre inocente moría en la cruz, Jesucristo, y ningún ser humano acompañaba en el dolor a su madre, un ave, que desde las alturas era testigo de ese crimen y cuyo plumaje había sido níveo hasta entonces, se cubrió de perenne luto: el zopilote.
Bertha Aréchiga-Carrillo Ruiz
fuente: http://minisdelcuento.wordpress.com/