Y además nos hace daño con sus forzudas manos cuando
nos alza para girarnos en el aire, pero aún así nos hace reír. La
otra tarde, cuando vino a buscarnos al colegio, nuestra hermana
rehusó ir con él. No le gustaba que nos tomaran por locos. Al
principio fue divertido cuando creían que teníamos poderes,
pero recelaron porque no hacíamos milagros. Ella intentó decirles que jugábamos con el hombre invisible, pero siguieron riéndose de nosotros. Aquella tarde, papá, regresó a la tumba entristecido.
Ana Santolaria Barrio
http://bit.ly/Z9X8yi
No hay comentarios:
Publicar un comentario