RESUELTO el problema de los rechazos, se
dispuso que cada humano al nacer tuviera al
menos un bebé de mandril como despensa
viva de órganos. La población de mandriles
creció tanto como la humana. Tenían una mirada sumisa y una actitud alegre que hacía las
delicias de los niños. La hija pequeña del presidente del Tribunal Supremo, sin que sus padres
lo advirtieran, iba cada tarde a la cabaña de los
mandriles, a jugar con ellos o simplemente a
decirles hola.
Un buen día su mandril despensa
enfermó de los riñones y ella se empeñó en
donarle uno de los suyos. Si se contrariaban sus
deseos y el mandril moría, la niña corría serio
peligro de enfermar muy gravemente, según
dijeron los médicos, por lo que sus padres no
tuvieron más remedio que dar su consentimiento. La conmoción fue enorme y el sistema
entró en crisis.
Juan Pedro Aparicio
fuente:http://www.grupoanden.com/14022/index.html
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