Después de pasear su mirada sobre los rostros de sus verdugos, el reo señaló a uno de ellos: «El suyo. Su ojo derecho es de vidrio».
Y los cuilios asombrados dijeron: «¡Te salvaste! Pero ¿cómo has podido adivinarlo? Todos tus cheros fallaron, porque el ojo es americano, es decir, perfecto».
«Muy sencillo -dijo el reo, sintiendo que le venía otra vez el desmayo- fue el único ojo que no me miró con odio».
Roque Dalton.
No hay comentarios:
Publicar un comentario