martes, 14 de diciembre de 2010

El mar de las tormentas

Lo vieron navegando por el vello negro, denso y sedoso, que de repente se convirtió en irritado y crespo, en ondulante geografía de torres líquidas y páramos de espuma. Continuó su singladura, cuentan, con el velamen resecado y la proa erguida, peligrosamente inclinado a babor.

Era, según cuentan los navegantes veteranos, todo juventud y audacia; lucidez total al dejarse engullir por el negro remolino.


Blas Belmonte (español) & Liu Sai Yam (chino).


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